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Peppa Pig en ‘La tela de araña’/ AstleyBaker Davies |
Carolina de León
En la cadena pública de Australia, ABC, se censuró uno de los episodios de la serie infantil ‘Peppa Pig’, ‘La tela de araña’, porque consideran que su mensaje no es correcto. El contenido del capítulo consiste en mostrar a los arácnidos como seres inofensivos, que los niños deben respetar en lugar de temer. Como en Australia se pueden encontrar algunas de las arañas más peligrosas, se tomó la decisión de prohibir el capítulo, pero, ¿era realmente necesario? ¿Es moralmente correcto censurar un capítulo por esa razón?
Sara de León –diplomada en Magisterio, licenciada en Psicopedagogía y Personal Investigador en Formación del grupo de Dificultades de Aprendizaje, Psicolingüística y Nuevas Tecnologías de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna– declara que no. Establece que las series infantiles trasmiten unos contenidos y conductas a los espectadores, pero que “no son su única fuente de información”, por ello De León manifiesta que “se les debe hacer conscientes a dichos niños/as del desajuste que normalmente existe entre lo que se representa en los dibujos animados o series infantiles y la realidad”. En lugar de aplicar todas las culpas a las series de televisión, los padres deberían reflexionar con ellos acerca de los peligros del mundo, y las diferencias entre la realidad y la ficción. Según la investigadora, los niños deben reconocer los contenidos que son pura ficción y aprender a sacarle el correcto provecho, gracias al apoyo de sus padres.
Pero, no se trata de un caso aislado. Looney Tunes, una serie de dibujos apreciada por generaciones desde 1930, ha recibido críticas, siendo catalogada como ‘inadecuada’ para los niños debido al uso de la violencia. Ante eso, De León afirma que “los conflictos existen, las disputas, los enfrentamientos, las guerras, y todos los sinónimos que se nos puedan ocurrir al respecto suceden diariamente a nuestro alrededor (…) Por tanto, los niños/as están diariamente rodeados de situaciones agresivas, situaciones que tienen que aprender a resolver de la forma más asertiva posible. De este modo, nos planteamos ¿cuál es la mejor manera de enseñar a los niños a afrontar este tipo de situaciones? Pues bien, al igual que antes, planteo la televisión como una herramienta”. Por ello, no se les debe mostrar un mundo completamente perfecto, porque no es real. La propia serie establece unas lecciones morales, acerca de lo bueno y lo malo, lo que es correcto y lo que no. La investigadora muestra el siguiente ejemplo: “Podemos observar cómo siempre ‘gana’ el ‘bueno’, lo cual ya está transmitiendo un mensaje: la violencia no lleva a ningún lado, y mucho menos la violencia gratuita. (…) Cuando el Pato Lucas quiere ganar a Bugs Bunny haciendo trampas, pierde, o cuando Elmer el Gruñón persigue al Pato Lucas, y así muchos otros ejemplos, donde el ‘mal’ nunca triunfa. Por último, quiero remitirme al Pato Lucas, quien en ocasiones adopta el papel de ‘villano’ y en otras el de “héroe”, lo cual trasmite a los niños/as, que nadie es totalmente malo o bueno, sino que esto depende de sus acciones”.
Datos sobre la influencia de la televisión en los niños1:
1: Investigación de María del Mar López Talavera –Docente-Investigadora de la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid– sobre la “Influencia de la televisión en niños y Preadolescentes: aspectos deontológicos y Psicosociales”.
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Al ver que las dudas permanecen, tanto en series de televisión de antaño, como en las actuales, lleva a la cuestión de si realmente son tan diferentes. Aparte de la calidad gráfica y sonora, ¿ha cambiado el contenido? Sara de León aclara que no. Cuando establecemos una comparación, se llega a la conclusión de que pueden ser asquerosos o irreales, pero, “¿qué era ‘Bitelchús’?”, cuestiona la investigadora, “¿’El inspector Gadget’?”, “¿’El príncipe de Bel-Air’?” o “¿’Sabrina’?”. Para De León, la principal cuestión surge de que, al crecer, los adultos tienen otra óptica acerca de los contenidos que se ven en pantalla, una que cuando eran pequeños no tenían y que los niños de hoy tampoco.
Ante el tema de las series de televisión de antaño, surge una duda ¿La estética influye en los niños? ¿Puedes mostrarles cualquier contenido con tal de que el dibujo sea bonito? Según De León, dependiendo de la edad del niño, le interesarán unas series u otras, desde el punto de vista estético. Por ejemplo, ‘Peppa Pig’ o ‘Pocoyo’ atraen particularmente a los más pequeños. Se debe a que son mucho más simples gráficamente. El niño no se pierde en grandes detalles. Cuanto más simple sea el dibujo, más lo disfrutará. Luego, según madura, va requiriendo entretenimientos más complejos, lo que implica mayor calidad en el dibujo y en la trama, es decir, una mayor calidad de estética y de contenido.
La labor de los padres
En 2012, el psicólogo Aric Sigman publicó un estudio que demuestra que los niños menores de 3 años no deberían ver la televisión. Su aparición se dio en la revista médica Archives of Disease in Childhood.
Los tres primeros años son especialmente importantes para el desarrollo del cerebro. Por ello, los infantes deben interactuar con sus padres y su entorno, no con una pantalla que no responde a sus necesidades sociales. El superar las dos horas al día tiene relación con enfermedades como la obesidad o problemas cardiacos a largo plazo.
Según Sara de León, el principal problema no está en ver la televisión en sí, sino en el tiempo que invierten en ella. Juan José Morell, pediatra de INSALUD, y Josep Bras, pediatra en el Instituto Catalán de la Salud establecen que no se debería ver la televisión más de una hora al día y que debería aprovecharse como un ejercicio familiar.
¿Es necesario un código deontológico?
Ante esta pregunta, De León ha recalcado la importancia de dos puntos:
Primero, que la legislación española establece que existe una franja horaria de protección, que va desde las 6.00 a las 22.00. Durante ese tiempo no puede ser emitido ningún tipo de contenido que pueda alterar el desarrollo de los menores.
Segundo, que existe la clasificación por edades, la cual “no es arbitraria, sino que debe cumplir una serie de criterios”.
Por ello, con esas medidas, “no creo que sea necesario algo tal como un código deontológico, sino que tal vez se debería especificar en mayor medida las características de los programas de televisión en función a los rangos de edad para los que están dirigidos”.
De todas formas, también existe el análisis realizado por las figuras paternas, las cuales pueden disponer del control parental “si se considera que no son adecuados para los niños que componen la unidad familiar”.
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