viernes, 13 de febrero de 2015

¿Hasta qué punto son oscuras las sombras?

Fotografía: Noticias en 3 Minutos.
En la Universidad Estatal de Ohio, la profesora Ana Bonomi ha realizado un estudio que analiza la trilogía de J.L.James. Después de estudiar a los protagonistas y las relaciones que comparten han llegado a la conclusión de que el trabajo de la autora incita al machismo. 

Carolina de León

'50 Sombras de Grey', hoy, 13 de febrero, estrena película. El libro de J. L. James se ha convertido en un best-seller mundial, con más de 31 millones de copias vendidas en 37 países y las entradas anticipadas llevan agotadas meses. 
La historia trata la relación entre la protagonista, Anastasia Steele, una periodista de 22 años,
y Christian Grey, un multimillonario magnate de negocios de 28 años con muchísimo poder. Hay dos puntos principales que han dado a conocer la obra. Uno de ellos es que trata sobre bondage, dominación, sumisión y masoquismo (BDSM). El otro es que Grey es descrito como el hombre más bello, guapo y atractivo de la historia de la humanidad. 
Por el furor que ha causado este libro se ha realizado un estudio en la Universidad Estatal de Ohio en Columbus, EE.UU. Tras un intenso análisis, los expertos determinan que la obra incentiva la violencia de género.
Los personajes. En primer lugar, Christian Grey. Es un hombre fuerte, independiente, carismático hasta el punto de lograr manipular su entorno a su antojo, y con una arrolladora personalidad. En segundo lugar, Anastasia Steele. Una mujer joven, sencilla, guapa aunque ella se considera insignificante, e inocente. No tiene personalidad, por lo que Grey es capaz de imponerse con facilidad. Se trata de persona sumisa en todos los sentidos.
                                     

Aparentan ser los nuevos Bella y Bestia. Pero ella 
sigue prisionera y él continúa siendo un monstruo.


Siguen los estereotipos tradicionales de hace décadas. Según el antropólogo José Antonio Batista Medina, profesor de Antropología en la Universidad de La Laguna, los estereotipos son una serie de expectativas de lo que son o se consideraba que eran los comportamientos más adecuados para una persona. En una sociedad machista, en el hombre podemos apreciar una serie de ideas prefijadas. Él debe ser fuerte; independiente; mucho más racional,  más frío, mayor capacidad de cálculo; egoísta y competitivo. En el caso de la mujer, ella debe ser dependiente, de su familia, su marido;
solidaria; altruista y nada competitiva. Esas son las consideradas cualidades para ser una buena madre. 
Con tales estereotipos, hay una serie de roles determinados. Por ejemplo, el hombre se encarga de
las actividades de relevancia, entre ellas la economía, la política y la educación. Esto es debido a su carácter competitivo. La mujer se convierte en un secundario y, al ser altruista y desinteresada, se mantiene como un elemento de ayuda a su entorno, olvidándose incluso de sí misma. 
Según un estudio realizado por el profesor Batista acerca de los grupos de gobierno en los ayuntamientos españoles, 155 en total, sigue siendo un problema. Aunque cada vez hay más mujeres en el mundo de la política, los puestos principales, alcalde y teniente alcalde, son ocupados por hombres. Mientras, las mujeres quedan como concejales rasos. Es más, en cuento a cargos de responsabilidad, estas últimas suelen ocuparse de las concejalías de Cultura, de Patrimonio, de Servicios Sociales o de la Mujer. Es decir, se adaptan a la vida política los roles sociales existentes. 
Grey y Anastasia son dos claras muestras de estos estereotipos y de los roles asignados a cada género
Christian Grey es la fuerza, el pilar. Es un ser lo suficientemente independiente para decidir qué hacer, con quién y cómo, de forma libre. Trabaja, y triunfa en las finanzas. Un rol tradicionalmente de hombres. Mientras, Anastasia Steele pasa a segundo plano, necesitando en todo momento la
protección de Grey. Su labor profesional, salvo porque motiva el primer encuentro entre ambos, es una característica de relleno. 
Los resultados de la investigación realizada por la profesora Ana Bonomi y sus colaboradores del Departamento de Psicología de la Universidad de Ohio les lleva a afirmar que se trata de una trilogía machista y hay una serie de acontecimientos que utilizan como prueba. He aquí unos ejemplos. 
En primer lugar, el comportamiento de Grey. Persigue y acosa a Anastasia desde el principio, y lo admite sin ningún remordimiento. 
En segundo lugar, las normas de Grey. Esto se debe a que, una cosa es el plano sexual y otra muy diferente la vida cotidiana. Prácticamente cualquier práctica sexual, mientras esté delimitada y consensuada por la pareja, es perfectamente normal. Pero Grey rompe esa norma elemental destrozando ese límite y mezclando ambas realidades. Grey realiza un contrato que estipula términos como lo que Anastasia puede comer, lo que puede vestir, que prácticas deportivas debe realizar, a que peluquerías debe ir, entre otras cosas. Es decir, restringe completamente la libertad de Anastasia y, para marcar su estatus superior, nunca puede mirarle a los ojos y debe, siempre, llamarlo 'señor'. 
En tercer lugar, Grey configura una muralla en torno a la protagonista, produciendo un aislamiento social. Es más, al incumplir sus órdenes o realizar acciones que sabe que a Grey enfurecerán, le miente temiendo su respuesta. 
En cuarto lugar, es el pasado de Grey y su actitud. Él sufrió abusos durante su infancia y la autora utiliza ese recurso como justificación para todas las acciones reprochables del personaje. Es más, el propio lector acaba haciéndolo debido a la ilusión del hombre perfecto que tiene ella sobre él. Porque ese es otro punto. Aunque Anastasia es la narradora, el verdadero protagonista es Grey. Él es el centro del vórtice. 
En quinto lugar, todas las relaciones sexuales establecidas entre ellos suceden cuando éste se encuentra en un estado de furia o en caso de que haya alcohol de por medio. 
¿Es 50 Sombras de Grey una trilogía que merezca estar en nuestras estanterías y pantallas? 

¿Qué es el género?
Según el profesor José Antonio Batista Medina, el género es una construcción social. Diferencias fisiológicas, naturales, entre hombres y mujeres hay muy pocas. Por ello, las que los separan, como si fueran capas, son diferencias culturales. Por ello, en cada sociedad, lo que significa masculino y femenino cambia. 
Mientras en algunas sociedades, como la del Nepal o del Tibet, la mujer tiene mucha fuerza; en otras, toda la occidental es un ejemplo, la han mantenido como un elemento secundario. Es decir, no poseía ningún estatus, ni en educación, política, economía, etc. 
Es más, por las características no competitivas y altruistas con las que se catalogaba el ser ‘femenino’, en su momento se consideraba que no servía como un agente económico. 

¿Tiene algo positivo? 
Lo único a su favor es el hecho de que ha liberado las cadenas que había alrededor del sexo. Ha dejado de ser un tema prohibido. Puede hablarse libremente del ello o comprar una novela erótica sin que el resto lo encuentre como una práctica cuestionable. 

¿Acosador? 
—¿Cómo me has encontrado? 
—He rastreado la localización de tu móvil, Anastasia. 
Claro. ¿Cómo es posible? ¿Es legal? Acosador, me susurra mi subconsciente entre la nube de tequila que sigue flotándome en el cerebro, pero por alguna razón, porque es él, no me importa. 
50 Sombras de Grey, página 64. 

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